La solución -eléctrica- de los cubanos ante la nueva crisis energética

LA HABANA, 23 sept. Las recientes sanciones de EE.UU. limitaron aún más el transporte de combustible hacia la isla, una medida que ha generado cortes de luz y restricciones en el comercio de gasolina.

Ante la escasez, las motos eléctricas se alzan como una gran opción. En la elegante Quinta Avenida del barrio Miramar de La Habana, el tráfico ha disminuido significativamente y fuera de los vehículos con matrícula «D», distintivo para diplomáticos que andan a toda velocidad, los otros automovilistas han levantado el pie del acelerador.

En las bajadas de las calles 42, 60 70 y 84 del barrio Playa de La Habana se reanudó el tráfico con la vieja costumbre del periodo especial de los años 90: coger impulso, desenganchar la caja de velocidad y bajar hasta en rueda libre, en silencio. Un contraste con el ruido que hacen los taxis “almendrones”, autos estadounidenses con un enorme motor diésel adaptado.

Los Habaneros ya no pitan ni gritan si un motorista se demora al arrancar en el semáforo, todos saben de qué se trata: hay que iniciar la marcha con calma para ahorrar, hay muy poca gasolina y las filas son una tortura de varias horas sin ninguna garantía de que, llegando a la meta, la espera valga.

“¡Se acabó, compañero!”, la frase que nadie quiere oír. Como este joven de 20 años en las calles 17 y 12 del barrio Vedado de La Habana que está desesperado: esperó dos horas y la gasolina se acabó delante de él, se la llevó el auto justo delante de él. “Y ni sé si hay en otro lugar”, se lamenta.

Los “pisteros”, despachadores de gasolina, son conocidos por no ser muy cariñosos, no avisan cuando saben que no alcanza para toda la fila (a veces 200 autos) lo cual evitaría que los últimos se hicieran ilusiones. Los “pisteros”, es secreto a voces, se beneficiaron durante años del negocio de la gasolina y sobre todo del diésel, llamado en Cuba “petróleo”.

Ellos compraban a bajo precio a detentores de tarjetas de combustible de Estado y revendían a particulares. Muchos se hicieron ricos y otros fueron a la cárcel…<

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En medio de este ambiente, varias depresiones tropicales bordean la isla trayendo su carga de nubes grises, pero hasta el momento ninguno se ha transformado en huracán. Una mujer de edad dice: “Dios aprieta, pero no ahoga”, haciendo gala del doble lenguaje habitual de los cubanos, como diciendo “saldremos de esta (situación) también”.

En esta crisis energética, el Estado parece haber optado por no “apretar” a los hogares: se han registrado pocos apagones en contraste con la situación del periodo especial que vivió la isla en los años 90 con, a veces, 18 horas de apagón seguido. Las escuelas, los centros de trabajo y los ministerios adaptaron sus horarios, los espectáculos y centros nocturnos también cambiaron sus actividades para evitar la hora pico de consumo y el riesgo de apagón forzado general.

Los dueños de las motos eléctricas se destacan en medio del desabastecimiento

Hay quienes no la pasan mal en cuanto al transporte cuando se activa la crisis energética: los dueños de motos, de scooters eléctricas. Hace unos años, empezaron a llegar a la isla, de dos en dos, un límite impuesto por la Aduana de Cuba. El derecho a importación es pagado en pesos cubanos (llamado moneda nacional) limitado a una vez al año y a 1.000 watts de potencia, que representa poco dinero.

En los sitios de Internet como Alibaba las motos cuestan 500 dólares y cuando llegan a Cuba se venden en 2.000, negocio redondo para los que pueden viajar, en particular los que poseen un pasaporte español adquirido por la “ley de la memoria histórica”, “ley de nietos”, que hace que 200.000 cubanos nietos de españoles puedan viajar sin visa a Panamá, República Dominica o Miami.

Es la primera vez en la etapa revolucionaria de Cuba que se puede importar un vehículo a la isla sin intromisión del Estado, una libertad muy apreciada, en particular por las mujeres que pueden transportarse con más libertad. Estos aparatos pueden ir a 50 km/h con una autonomía de 50-60 kilómetros.

Estas motos no tienen obligación de registro ni placa de matrícula, así que no se sabe bien cuántas hay. Las oficinas de tránsito mencionaron la posibilidad de imponer pronto algún tipo de orden, pero de momento siguen rodando en todo el país sin necesidad de gasolina y sin contaminar con una sonrisa discreta cuando cruzan una inmensa fila delante de las gasolinera o pasajeros buscando desesperadamente un autobús para llegar a casa.

Los jóvenes se entusiasmaron con este vehículo, algunos parecen motos de carrera Grand Prix por su carrocería, pero andan también a 50 km/h. Varios clubes se crearon para intercambiar información y correr juntos. Dan la impresión de una nueva militancia ecológica.
(www.france24.com)