Transporte público habanero, ruinoso, sin repuestos
LA HABANA, 11 abr Transporte público habanero, a 20 kilómetros de La Habana, el sol quema los techos de varias decenas de autobuses. Algunos, ya sin neumáticos,están acostados de costado en el suelo; otros tienen los parabrisas rotos y muchas puertas desvencijadas. Cada una de las unidades de este tipo de cementerio en la ciudad de Guanabacoa, al este de la capital, que se extiende por dos cuadras, cuesta alrededor de $200.000. Una cifra que las mismas autoridades reconocen como insostenible para renovar o restaurar la flota.
Al otro lado de la ciudad, Beatriz Gómez, una técnica de electrocardiograma de 48 años, lucha por llegar allí, sin embargo, para llegar a su casa en Alamar desde La Habana Vieja -a unos 20 minutos de distancia- después de ocho horas de trabajo “inventando” algo para la cena de su familia.
Además de apagones, desabastecimiento y largas filas para conseguir casi todo, muchos cubanos tienen que lidiar con un sistema de transporte insuficiente.
Un problema que, si bien no es nuevo, ha obligado a los isleños a buscar otras alternativas para movilizarse ante el hecho de que no habrá una solución inmediata.

La bicicleta, es una alternativa a la falta de medios de transporte. Foto AP
Tontería
“Me levanto a las 4:30 de la mañana, busco un bus (autobús) ‘A-40’ en (la zona de) Micro Diez. Hay veces que llego temprano, otras veces después de las ocho (de la mañana)”, dijo Gómez. «¡Mira qué hora es y todavía estamos aquí!» se quejó en la parada de autobús cuando Associated Press la entrevistó pasadas las seis de la tarde antes de irse a casa. “Se me está haciendo muy difícil”.
Gómez consume unas cuatro horas diarias esperando para recorrer 15 kilómetros para ir de un lado a otro.
El déficit de transporte es más evidente en La Habana, donde viven dos millones de personas. En diciembre de 2021, el director general de Transportes de La Habana, Leandro Méndez, dijo a medios oficialistas que de los 878 ómnibus que tenía la capital en ese momento solo estaban operativos 435, el 49%. Esa cifra no se ha vuelto a actualizar.
Además, hay relativamente pocos automóviles privados en Cuba, y la mayor parte de la exigua flota de vehículos se concentra en empresas estatales.

Taxi colectivo en La Habana. Foto AP
Ante la escasez de autobuses, los cubanos han optado por motos eléctricas o taxis privados más o menos legales.
Si estas alternativas fallan, tienen otras dos singulares formas de evitar situarse junto a unos inspectores vestidos de uniforme azul desplazados en puntos estratégicos de la ciudad que detienen los coches estatales -reconocibles por sus matrículas- y, una vez comprobado el destino del conductor, cargan dos o tres personas.
El otro es “la botella”, el paseo, o el “raid”, como suele llamarse en otros lugares de América Latina y que es un método seguro en la isla.
“El modelo cubano no puede basarse solo en tener un ómnibus (autobús)… El Estado debe buscar medios de transporte alternativos que no sean transportes de guerra, es decir, detener un vehículo estatal para trasladar a cuatro o cinco personas.
Necesitamos buscar soluciones rápidas y masivas”, dijo el economista cubano Omar Everleny Pérez, para quien la idea de construir un metro o promover el ferrocarril es una prioridad. Sin embargo, persistiría el problema de la falta de recursos financieros.

Coco taxis, normalmente para turismo, ahora son para cubanos. Foto AP
En febrero, el ministro de Transportes, Eduardo Rodríguez, admitió en televisión el progresivo deterioro del sector en los últimos tres años, lo que, dijo, ha provocado “una menor oferta de servicios y, por tanto, una gran insatisfacción”.
El oficial atribuyó el problema a la falta de dólares en el estado para repuestos, el envejecimiento de la flota y la escasez de combustible provocada por la parálisis económica de la pandemia y el aumento de las sanciones de Estados Unidos.
Según Rodríguez, todos los años necesitamos 40 millones de dólares solo para el mantenimiento de los autobuses, sin contar la reinversión en nuevas unidades. Un autobús cuesta más de $200.000 y un ferry -como los que cruzan la Bahía de La Habana- unos $10 millones, reveló.
en el combustible se consumen diariamente más de 80.000 litros de diésel en el transporte público capitalino y urge importar llantas, baterías, partes de motores y repuestos, dijo Rodríguez.
Solo así unidades de paradas de autobús abandonadas como las que AP vio en Guanabacoa podrían volver a ponerse en pie.
Sin dinero
“El sistema de transporte público es otro ejemplo del grado de descapitalización de la economía cubana”, comentó a AP el economista Pavel Vidal, de la Universidad Javeriana de Cali, Colombia. “A veces has comprado autobuses y locomotoras y obtenido créditos… Pero el reemplazo y el mantenimiento no están garantizados”.
Pérez y Vidal coincidieron en que la solución no es privatizar el servicio o encarecerlo, sino hacerlo para compatibilizar la iniciativa estatal con la privada y ser eficientes.
“Hay capitales en Europa donde el sistema de transporte es público. Llegas a París, con la misma cantidad de habitantes que la capital (cubana) y tiene metros, tranvías, buses, trenes eléctricos”, dijo Pérez.
Cuba ha tratado de suplir la falta de ómnibus -cuyos pasajes son baratos porque son subsidiados por el Estado- con pequeños minibuses llamados gacelas, un plan implementado por cooperativas de choferes en alianza con agencias estatales que comenzó antes de la pandemia pero finalmente fracasó expandir.
También a través de la implementación de triciclos eléctricos con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Como último recurso, los cubanos han compartido taxis privados. Muchos de ellos son antiguos coches clásicos americanos o soviéticos a los que se les ha reacondicionado el motor.
Para Gómez, por ejemplo, esta alternativa desde La Habana Vieja, donde trabaja, hasta su casa le costaría nada menos que 150 pesos cubanos (seis dólares al cambio oficial) por un viaje de 20 minutos, cuando en autobús pagaría dos pesos. (menos de 10 centavos) y el salario promedio en Cuba es de 4.000 pesos -unos 160 dólares- al mes.
Mary Ortiz es una periodista experimentada apasionada por los eventos mundiales. Como escritora de News Rebeat, aporta una nueva perspectiva a los últimos acontecimientos mundiales y brinda una cobertura detallada que ofrece una comprensión más profunda del mundo que nos rodea.