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LA HABANA, 11 Feb. (Por: Yanelys Hernández Cordero Fotos: Jorge Luis Borges Liranza)  Recordar la universidad es para mí, entre muchas cosas, rememorar los tiempos del Café Cantante. Los miércoles: Qva Libre, algunos martes o jueves de David Torrens y siempre los sábados con Waldo Mendoza. Sin embargo, para Waldo, recordar el Café es volver a donde todo comenzó: a los inicios de su carrera como solista.

Coincidir con él en esta entrevista, implicaría desempolvar una historia que va más allá de la voz melodiosa o la persona cercana y risueña que había descubierto en aquellas peñas. Revelar: ¿quién es Waldo Mendoza hoy y quién era dos décadas atrás? ¿Qué piensa del amor y cómo lo vive fuera de sus canciones? (…) Sería también aclarar aspectos biográficos comúnmente confundidos por la prensa- me dije mientras hacía la investigación previa a la cita y preparaba el cuestionario.

El resultado fue una entrevista diferente, en la que el artista se adelanta a la mayoría de las preguntas y nuestro intercambio resulta más bien una conversación de esas que tienes con tus amigos de toda la vida y que, cuando terminas, te hace quererlos todavía más.

Empiezo por aclarar algo, porque todo el mundo piensa que soy guantanamero, pero yo nací en La Habana, en el Cotorro”- se apresura a decir y así arranca el encuentro. Quizás su origen se asocia con la oriental provincia de Guantánamo, debido a que preside el Festival Chocolate con Café que cada año da mucho de qué hablar.

Waldo es el cuarto de ocho hermanos que, debido a misiones internacionalistas del padre, durante su infancia fueron destinados al cuidado de otros parientes. “Eso de algún modo separó la familia y a mí me tocó irme a vivir a Santiago de Cuba con mi abuela. Las becas de estudios que ofertan allá para secundaria y preuniversitario eran en Guantánamo y esa es quizás otra de las causas por las que se piensa que nací en aquella región de mi Isla que tanto amo”-agrega orgulloso.

Confiesa que, a pesar de la distancia que sufrieron, tanto sus hermanos como sus padres, cantan, aunque ninguno de manera profesional. La música está en la sangre, fue un elemento de unión entre ellos, pero fue Waldo quien decidió convertirla en algo más que un pasatiempo.

¿Cómo describirías tus inicios en la música? “Yo diría que fueron cargados de inocencia. De joven empecé a incursionar en el movimiento de artistas aficionados, como hacemos casi todos los músicos cubanos, y a presentarme en muchísimos festivales, donde obtenía algún que otro premio.

Existían además en la secundaria unas escuelas al campo que se llamaban Campamento Artístico. Consistían en especie de concentrado durante cuarenta y cinco días para estudiantes que tenían aptitudes artísticas, en cualquiera de sus manifestaciones; y yo siempre era seleccionado para ir como cantante. Allí conocí muchísimo sobre música, empecé a dar los primeros pasos en la guitarra, bueno, a componer mis primeros acordes, para decirlo bien”.

¿Además de la guitarra tocas otro instrumento? “Sí. Yo toco un poco de piano y percusión sobre todo, que se me da muy bien. La guitarra la empecé a estudiar de manera autodidacta. Realmente todo ha sido empírico, no tuve la dicha de estudiar música. La carrera de Educación Musical la vengo a estudiar de mayor, para así conocer un poco más de qué se trata lo que estoy defendiendo”.

Nuevamente se me adelanta y entonces, al indagar, descubro que antes del Waldo Mendoza cantante existió un Waldo ingeniero químico, amante de las Ciencias Exactas y dedicado a la docencia. Sin desligarse del movimiento de artistas aficionados, esos fueron años en los que la música pasó a un segundo o tercer plano…

¿En algún momento te viste obligado a desarrollar trabajos fuera de la docencia y el arte? “He tenido que hacer muchas cosas y ser muchos Waldo Mendoza a la vez. Es una parte de mi vida que no comento porque a veces la gente piensa que uno inventa anécdotas para quizás engrandecerse o vender historias. Pero realmente fue así. Se trató de una etapa compleja pero creo que fue compleja para todos y yo fui, principalmente, vendedor ambulante. No podía hacer música, que de hecho se pagaba bien poco, no era la etapa de los millones como dicen que en los noventa empezó la gente a vivir con la música. Ya tenía una hija además, de entonces dos años y todo se complicó”.

Y de ese modo se iba enredando también la entrevista. ¡Aquello no parecía tener para cuándo acabar! No habíamos llegado aún a su retorno a La Habana, ni a su carrera en solitario, ni a los discos, ni a los hijos, ni a los amores ¡Había tanto que decir!

¿Cuándo la música pasó de ser un hobby para convertirse en un sustento económico? “Empiezo a trabajar por primera vez con una agrupación en Santiago de Cuba. Fue difícil, muy difícil porque hacíamos lo que comúnmente se llama “sopa”, que le decimos también “pasar la copa”.Complaciamos las peticiones del público y había que estar preparado para lo que pidieran. Eso fue una verdadera escuela en mi caso y de muchos, incluso para los egresados de las escuelas de arte, que ya tenían la técnica, la materia, pero les faltaba el repertorio. El conocimiento ese que se adquiere con el tiempo, con las canas, a mí me lo dio esta etapa”.

¿Entonces decidiste regresar a la capital? “No fue tan sencillo. Pascualito Cabreja, quien había estudiado conmigo en el Pre, me invita a hacer una agrupación llamada Tumbao Habana, de la que soy fundador. Todo esto se gestó en Guantánamo, donde yo vivía con mi hija y su familia. Yo no quería venir porque ya me había acostumbrado a aquello y sentía que había logrado algo: tenía mi casa, una familia y un buen puesto como profesor universitario; y ya ni estaba tan seguro de si quería hacer música. Pero Pascual me convenció de que me diera otra oportunidad.

Regresé entonces a La Habana junto a Pascualito Cabreja y su grupo, haciendo música totalmente bailable, lo que se llama timba pero una timba bien agresiva, de la buena y con tremendo gusto. Me encantó la experiencia y conocí muchísimos públicos que realmente nunca pensé conocer, mucho pueblo. Estábamos apadrinados por David Calzado y la Charanga Habanera; y eso ayudó a que Tumbao Habana sonará muchísimo”.

Sin embargo, hace 15 años emprendiste un nuevo y difícil camino. Dejamos de verte en Tumbao Habana y comenzaste tu carrera en solitario, ¿a qué se debió tal cambio? “¡Otra locura más! Tenía muchas inquietudes musicales, creaciones que había hecho, temas que por lógica no podía imponer en una agrupación que no era mía, ni siquiera mostrarlos. Eran ideas que se iban a quedar aplatanadas ahí, oscuras y quería sacar a la luz.

Un día cualquiera y de mutuo acuerdo con Pascual abandoné la agrupación”. -Se hizo un breve silencio y continuó- Bueno… él decidió un poco forzar el abandono y prácticamente me sacó de la agrupación. Entonces yo no entendía por qué pero al final me di cuenta”.

Grupos como la propia Charanga Habanera, Bamboleo, Manolito Simonet y su Trabuco y Azúcar Negra de Leonel Limonta, ya estaban gestándose, conocían al Waldo salsero y de un modo u otro se habían interesado en trabajar con él.

Fui a ver a Alejandro Rodríguez, un amigo de los años, quien me aconseja que hiciera mi propio proyecto en solitario. Él es compositor y empezamos a escribir una canción que se llama “Tinieblas”. La grabamos y se pegó en los medios rapidísimo. Fue tan pronto el impacto que tuvo el tema que empezaron a solicitar más canciones y yo estaba sin repertorio, no tenía nada más grabado.

Le presentamos un proyecto a José Manuel García, que cuando aquello era director de la EGREM y también productor musical, y decidió asumir mi primer disco, titulado “Bendito Tiempo”.

¿Qué ha supuesto elegir como línea de trabajo el género romántico en tiempos de estilo urbano? “Esa es una pregunta muy difícil de responder porque yo prácticamente no elegí el género, sino que él me eligió a mí. Fui sincero conmigo mismo y me dije que tenía que hacer lo que realmente sentía. Ni sabía cómo escribir música, ni cómo enfrentarme a una agrupación musical. Yo hoy hago los arreglos de mis canciones pero de manera autodidacta y los músicos que trabajan conmigo se han sumado a ayudarme, a organizar las ideas, a escribirlas como debe ser; pero todo mi repertorio es mío completamente.

No tengo absolutamente nada en contra del reggaetón. Me he fusionado con algunos exponentes del género. Siempre, yo desde mi estilo y ellos con el suyo; y ha funcionado”.

Pero no se conoce mucho al Waldo compositor. “La gente no sabe ni que yo compongo ni que soy de La Habana”- dice entre carcajadas. Y aunque otros intérpretes se han apropiado de sus letras, sobre todo foráneos, le gusta defenderlas. “Ni siquiera pretendo que nadie las cante pero se han enamorado de algunas canciones. De momento todavía tengo la voz, todavía el público me quiere ver, solicita mis canciones y eso lo disfruto demasiado”.

¿Cuál es tu estrategia para mantenerte en la preferencia del público tantos años, sin cambiar tu esencia ni seguir estereotipos que se van posicionando en el ámbito musical? “Es un misterio. Y en los conciertos veo personas de todas las edades. Aunque creo que es una estrategia hasta involuntaria, el hecho de que el público mío hoy se fusiona mucho entre jóvenes y adultos. Sucede que mis canciones le gustan sobre todo al público de mayor edad y creo que los hijos como estímulo, llevan a los padres a verme; y como resultado van hijos y padres. Además, como por lo general son los mayores quienes mandan en la casa, a la hora de escuchar su música los más jóvenes no pueden quitarla, tienen que consumirla también”.

Se confiesa una persona hogareña, amante de la lectura en soporte físico, porque para él una pantalla fría de computadora no supera el intercambio con el papel, con el libro en sí mismo. Disfruta de un buen programa de televisión, sobre todo si la música es el plato fuerte. Entonces, para la promoción de su trabajo se apoya en un equipo joven y más vinculado con la tecnología, para mantener su propuesta en sintonía con los tiempos actuales.

¿Es Waldo Mendoza tan romántico en la vida real como en sus canciones? “Soy muy peleón, quizás demasiado pero también romántico. Sería una gran hipocresía, la gran mentira, el hecho de cantar esas canciones, decirlas así y no llevarlas a la práctica con mi familia, con mis hijos, con mi esposa”.

Sus tres hijos tomaron de él inquietudes profesionales. La mayor, de 23 años es, al igual que Waldo de joven, maestra. Por otra parte los varones, a pesar de su corta edad, once y seis años respectivamente, cantan y sueñan con una carrera artística igual de exitosa que la del padre.

¿Si tuvieras que elegir el concierto inolvidable de tu carrera, cuál sería? “El primer Karl Marx que tuve, creo que en el 2012. Fue el concierto que yo nunca pensé dar. Ya después han venido otros pero el primer encuentro con el Teatro de los Grandes Acontecimientos, representó una experiencia única”.

¿Tu anécdota más divertida durante una presentación en vivo? “La que siempre digo: me picó una abeja en la boca y me tragué una mosca. Por suerte ocurrieron en conciertos distintos. Yo creo que lo de la abeja en pleno escenario no le ha pasado a nadie”.

¿Entonces qué hiciste? “Nada, hay que seguir. Con la abeja fue bien complicado porque se me inflamó la cara pero tuve que continuar cantando. Es que uno crea una adrenalina cuando está en el concierto que te pasan cosas que en ese momento soportas no sé cómo o por qué. Tienes que mantenerte todo el tiempo enfocado pues el nivel de concentración que necesitas para llegar a un público, para transmitir, es tal, que te olvidas de lo demás.

Bendito Tiempo”, “Desde La Habana”, “Hojas del alma” y “Época de Amar” son algunas de las producciones discográficas que lo han llevado a la posición privilegiada que hoy tiene dentro de la música cubana. Sin embargo, el Waldo tras escenarios, también disfruta cantar temas de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Roberto Carlos y canciones antológicas, muchas de las cuales desconoce los autores.

Llegó el momento de la pregunta obligada, esa que los fans de Waldo esperan y no me perdonarían si llegara a faltar ¿Qué planes persigues en el 2019?

La vida se me ha enredado un poco con las giras, a veces me cuesta definir cuándo estoy en gira y cuándo no, porque siento que me pasó el año girando nacionalmente e internacionalmente, gracias a dios. Estamos trabajando mucho en el extranjero y tenemos gira pronto por Canadá, Estados Unidos, posiblemente presentaciones en México y República Dominicana, entre otras.

Tengo muchos temas en el tintero que ya vienen en próximos discos. Estoy trabajando en una producción discográfica de salsa, retomando un poco ese tema y acompañado de Alejandro Falcón. Además, de un disco en solitario, a piano; y otro con jóvenes talentos que se me han acercado con propuestas musicales y como son tantas ya vamos a hacer un disco en conjunto.

Como parte de las propuestas para el 2019 tendré un video clip con Asiel Babastro del tema “Con él”, a piano y acompañado de Alejandro Parrondo. Para que así la gente que está pidiendo mis canciones las escuche, pero también las vea y las toque.

¿Ahora mismo, dónde podemos ver a Waldo Mendoza?

Cada sábado en el Café Cantante, tras 15 años cantándole al amor, es una peña que se mantiene. Hay personas que veo cada semana ahí, que empezaron conmigo y todavía siguen llenando el lugar. Se ha creado una especie de sentido de pertenencia, de fidelidad hacia mi propuesta que no se logra siempre, porque las tendencias llegan y se van pero hay agrupaciones que se quedan. Yo en principio pensé que mis canciones serían pasajeras porque que con tanta música que hay en Cuba y tantos buenos artistas que salen a diario, que todavía este Waldo Mendoza vivo musicalmente es algo que tengo que agradecerle a la vida y al público”- dice y sonríe confiado de que pudo resumir todos lo Waldo Mendoza que ha sido y aún es, en esta entrevista.

Citas: Todo ha sido empírico, no tuve la dicha de estudiar música
He tenido que ser muchos Waldo Mendoza a la vez
Yo no elegí el género, sino que él me eligió a mí
Las tendencias llegan y se van pero hay agrupaciones que se quedan