Paseo Marítimo de Primera y 70 : contrastes desde la reapertura

Paseo Marítimo: contrastes desde la reapertura

LA HABANA, 7 oct. Es alta la afluencia de personas desde horas tempranas de la mañana en el Paseo Marítimo de Primera y 70, en el habanero municipio de Playa,

luego de casi dos años ofreciéndose allí opciones solo para llevar.

Pese a los actuales precios –ya antes de la reapertura eran altos para el cubano medio, e incluso impagables para no pocos-, se puede constatar que sigue siendo uno de los sitios más concurridos de La Habana.

A su atractivo natural frente al mar, se le adiciona el sello que le imprime cada uno de los restaurantes situados en ese litoral costero comprendido entre los hoteles Chateau Miramar y Panorama, donde el buen servicio y la variedad de ofertas comestibles y de bebidas son cartas credenciales para atraer a tantos visitantes, incluso muchos ya devenidos repitentes.

La hora de cierre establecida es a las 8:00 p.m. Para tener la garantía de una mesa es preciso reservar. A pesar de tener teléfonos fijos es difícil establecer comunicación dada la demanda.

La reservación no supone un tiempo indefinido para llegar. “La demanda es muy alta y es preciso estar justo a la hora fijada, de lo contrario se pierde el derecho de entrada”, insistió uno de los titulares.

Hay quienes, aun sin tener la garantía de una capacidad, deciden llegarse hasta allí; pero sepa que los viernes, sábados y domingos resulta casi imposible hallar espacio. En esos días precisos confluyen numerosas parejas, grupos de amigos o familias enteras. La fórmula es que cada cual ajuste su economía a las ofertas. Al menos es lo que hizo Natacha Quintana, quien solo pidió una cerveza, mientras Adrián y su esposa Mercedes compraron cinco, acompañadas de algo para picar.

Desde un extremo del Paseo se divisan las dos plantas de los restaurantes, donde las personas se entregan a un disfrute deseado desde hace mucho tiempo. La música es baja, agradable, y las dependientas reciben y sirven pedidos a un ritmo que no admite demoras.

El personal de cocina anda ligero y se ve absorto en la elaboración. La escena se repite en El Tiki Mar, Marina Primera y 70, Mercy Bar, Costa Loca o en cualesquiera de los negocios, donde no dejan de observarse las medidas higiénico-sanitarias y el distanciamiento entre las mesas, que a su vez han sido reducidas en cantidad.

Sin embargo puede y debe hacerse más.  Así opinó un custodio: “mucho hemos ansiado la reapertura, pero debemos estar atentos por que la COVID-19 sigue latente y haciendo de las suyas”.

“El primer día no todo salió como esperábamos. Estábamos fuera de forma, luego de tanto tiempo sin ofrecer este tipo de servicio, pero ya se han limado detalles y las personas salen complacidas, pregunte usted misma”, dice una joven camarera.

No han faltado críticas en las redes acerca de cuentas astronómicas, que incluso se le han adjudicado al Paseo cuando realmente no son de ese lugar. “¿Acaso no vieron los precios antes de hacer el pedido? Decir que en La Habana no hay otras opciones es una mala justificación”, sostiene Elsa Cárdenas, asidua a la unidad Muelle 70.

“Pero de que es caro ¡es caro!”, murmura Lianet Cabrera, quien junto a su esposo y sus dos niñas declara que a  70 –como suelen identificar los playenses ese tramo de costa – solo pueden ir a bañarse.

“Esta siempre fue la playa del barrio y vengo con mis pomos de agua fría, jugos y una meriendita para pasar la mañana y disfrutar el panorama”, acotó.

Ahora lo hacen desde las tumbonas y gallitos (asiento típico de los entornos marinos) que recién alquilaron y que figuran entre las nuevas opciones del Paseo, además de un inflable para el disfrute de los más pequeños.

Los pagos pueden realizarse mediante la plataforma electrónica Transfermóvil o también en efectivo.

Manuel Valle Laborde, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Paseo Marítimo que atiende el proyecto Litoral Playa, de la empresa Recreatur, recordó que el 24 de septiembre abrieron 9 de las doce instalaciones radicadas allí, pertenecientes a los Trabajadores por Cuenta Propia (TCP).

Ahora se sumaron la cafetería del parque Tritón, y  El Velero, de la cadena extrahotelera Palmares. El restaurante Karai sigue en proceso constructivo.

Este lugar funciona por oferta y demanda pero hay tope a determinados productos que garantiza el propio proyecto y vendidos a los TCP; es el caso de las aguas naturales y gaseadas, cuyo precio se determinó a 25 pesos (costaba 50 pesos moneda nacional), además del desinfectante Alcohogel.

Igual seguimos realizando gestiones para proveerlos de un grupo de opciones comprendidas en lo que se conoce como listo venta, a un costo inferior al que ellos lo adquieren”.

A juicio del directivo, “el Paseo no es una cafetería de barrio”, sino que los negocios que allí confluyen se acogieron a la categoría de restaurantes, la cual se rige por oferta y demanda.

Habló de cómo rescataron algo que había sido una premisa de ese proyecto de desarrollo local desde su inauguración en el verano de 2019 y es la presencia de ofertas menos caras, en moneda nacional. Se tienen tres opciones de panes de hasta 20 pesos; dos de Tablet compuestas por proteínas, carbohidratos y vegetales de hasta 150 pesos, y dos líquidos (no bebidas alcohólicas) de hasta 15 pesos.

Paseo Marítimo: contrastes desde la reapertura

Foto: Lien Martí

De acuerdo con Alejandro, José Ariel y Dayron, sería oportuno establecer un verdadero control. “Más de una vez, cuando éramos estudiantes universitarios, solicitábamos las ofertas económicas y los dependientes nos decían que se habían terminado.

Muchos conocidos tampoco dieron pie con bola con las comidas baraticas”. Sin embargo, Maylenis Fernández Rodríguez y su esposo Dany Osoria Peregrino, a cargo del restaurante Marina, aseguran que es obligatorio cumplir con esta indicación y que la dirección del Paseo así lo exige.

Es una realidad que los TCP deben adquirir la mayor parte de sus abastecimientos en moneda libremente convertible (MLC) o erogar números que resienten el bolsillo en otros espacios. Según Manuel Valle hay una permanente revisión sobre el tan cuestionado tema de los precios.

“Publicaciones en las redes sociales sostienen que la carta muestra una cosa y la realidad es otra. Si eso le sucede a algún cliente es preciso que haga valer su derecho a reclamar ante la administración del lugar, o ante nosotros”.

En su criterio, los precios son inferiores a otros restaurantes de la capital; sin embargo, su opinión contrasta con la de Lissette y Fernando. “Vinimos al día siguiente de la reapertura y pagamos la cerveza a 100 pesos, que ya de por sí es costosa; una semana después estuvo mi vecina y la habían subido a 150.

Cuando ella cuestionó esa diferencia le alegaron que alguien de arriba había dicho a los titulares de los negocios que era un precio acorde a la categoría del lugar, pero yo creo que es un atraco”, comenta molesta.

Raúl Alejandro Cala Sosa, bartender del restaurante Costa Loca, se declara “muy feliz de que se hayan reanudado las prestaciones y trabajar en un sitio que no se parece a ningún otro de La Habana, con una vista espectacular, y donde encuentras tranquilidad y la posibilidad de poderte sentar a consumir al aire libre”.

También quisiera que puedan incluirse novedades, como por ejemplo un show humorístico y otras iniciativas que sigan atrayendo clientes. “La vida continúa, pero sin dejar de cumplir las medidas sanitarias”, precisa.

Las altas y bajas por las que ha transitado el Paseo generan incertidumbres y la permanente preocupación por el futuro. “Dicen que va a respetarse el hecho de que tenemos un contrato firmado por diez años, pero tengo mis dudas pues han existido incongruencias que nos hacen sentir desprotegidos”, advierte uno de los emprendedores.

De acuerdo con el criterio de los titulares este es un sector importante de la economía, que en el caso de Primera y 70 demuestra su disposición de acrecentar las alianzas con las autoridades locales para el beneficio de la población.

Lo han demostrado ante el llamado a apoyar el proceso de vacunación en el territorio, o cuando reciben a los niños sin amparo familiar, quienes pasan el día en las instalaciones. “Queremos hacer mucho más y hay barreras que nos están frenando”, advierten.

La reapertura de este y otros escenarios en La Habana, como parte de una decisión gubernamental para autorizar la prestación de servicios ha sido bienvenida; sin embargo, es necesario contrastar criterios y seguirle tomando el pulso a un emprendimiento que hoy ameniza y responde a las necesidades de recreación de la capital. (http://www.tribuna.cu)