El Faro del Morro de La Habana cumple 177 años

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LA HABANA, 21 junio Desde el 21 de junio 1845, al concluir su construcción electrificada, el Faro del Castillo de los Tres Reyes del Morro en La Habana guía a los navegantes para llegar a la entrada de su acogedora bahía, y se ha convertido en un símbolo de la capital cubana junto al Capitolio y la Giraldilla.

Su torre comenzó a utilizarse como faro desde 1764, y en 1844 la vieja torre fue demolida para levantar otra electrificada, que es la que llega hasta nuestros días construida en las murallas de la antigua fortaleza española que resguarda el puerto de La Habana.

El faro tiene una altura de 25 metros (82 pies), una altura focal de 44 metros (144 pies) y muestra dos destellos blancos cada 15 segundos.Desde las alturas del Castillo, emplazado en un risco de la entrada del puerto, podía visualizarse la primitiva villa, por ello se convirtió en el principal punto de contacto con las demás defensas españolas.

Esta condición hizo que la fortaleza constituyera la primordial custodia de la urbe hasta la construcción de La Cabaña, en el último tercio del siglo XVIII.

El 12 de julio de 1587 llegan a La Habana Juan de Tejeda, maestro de campo, y el ingeniero militar italiano Bautista Antonelli con la misión de inspeccionar la villa para establecer un sistema defensivo en la ciudad, que formaría parte de un sistema mayor diseñado en las colonias españolas del Caribe para garantizar la estabilidad y protección del circuito comercial.

En 1588, durante una junta celebrada en Puerto Rico, Antonelli propone que, en el caso de La Habana, se construya un fuerte en el morro y en lado opuesto un fuertecillo con una trinchera, entre otras cosas.
Finalmente, Tejeda y Antonelli hacen su entrada en puerto habanero para acometer la empresa el 31 de mayo de 1589.

Por tratarse de una obra de primer orden, llegan también expertos como aparejadores de cantería, oficiales canteros, albañiles, carpinteros, cuberos y fundidores de metales.

La construcción del Castillo de los Tres Reyes del Morro comienza en ese mismo año, al mismo tiempo que la del Castillo de San Salvador de La Punta. Debido a impedimentos económicos y a contradicciones entre los gobernadores de la Isla y Antonelli, la construcción se prolongó hasta bien entrado el siglo XVII.

En los tres primeros años iniciales la construcción del castillo es lenta, hasta que Maldonado Barrionuevo ocupa el gobierno y entre 1593 y 1594 las obras logran un considerable impulso. Entre 1600 y 1607 se cerraron las bóvedas y se concluyó la plataforma que se había venido construyendo, en la cual se colocaron 12 cañones, conocidos como los doce apóstoles.

Otras obras complementarias, como alojamientos para las tropas, almacenes de municiones y víveres, algunos aljibes, se terminaron de construir hacia 1610. La plaza de armas contaba con unas siete unidades arquitectónicas destinadas a diferentes funciones; entre ellas sobresalían la iglesia y las casas para el alcaide y el capellán.

Inciden negativamente en el tiempo de duración y la marcha de la construcción, sobre todo, la escasez, inconstancia y heterogeneidad de la fuerza de trabajo, así como la inestable asignación y la mala administración de los presupuestos.

Los gobernadores tenían que insistir constantemente para obtener el dinero y pedían préstamos cuando la situación se hacía crítica. La principal mano de obra era la de los negros esclavos y, en menor medida, la de los jornaleros; participaban también presos forzados de las galeras y otros presidiarios entre ellos piratas de diferentes naciones que realizaban los oficios de albañiles, carpinteros y herreros, además de los peones

La diversidad de criterios y desavenencias entre los gobernadores, ingenieros y alcaides también perjudicó el proceso de ejecución de la fortaleza. Algunos historiadores señalan la fecha de terminación del castillo en 1630 y otros en 1640.
La traza de la fortaleza del Morro es un polígono irregular que se ajusta rigurosamente a la forma del risco en que se levanta, lo que favorecía su carácter defensivo. Es inaccesible por más de 60 pies de alto por muchas partes y todo es de roca áspera.

El Morro se proyecta en el mar en ángulo agudo, teniendo allí un medio baluarte sobre el cual se eleva una torre con faro, desde aquí en una profundidad de 150 metros, se van escalonando y abriendo las sucesivas cortinas hasta alcanzar el lado posterior en que se comunica con la tierra, donde está protegido por dos poderosos baluartes y un profundo foso.

La reconstrucción posterior añadió dos baluartes (el de Tejeda y el de Austria); un profundo foso; camino cubierto, aljibes, cuarteles, calabozos y almacenes, asimilando las características irregulares del terreno donde se construyó.

En su nivel inferior y por la parte que da a la bahía, se situaron las baterías Doce Apóstoles y La Pastora. Sus espacios interiores poseían un sistema dinámico de interconexión entre sí, que se completaron con diferentes vías de acceso y de comunicación adecuadas.

A partir de 1990 la Oficina del Historiador de la Ciudad trabajó en el rescate y preservación del sistema de fortificaciones de la ciudad, pasando éstas a mantener desde entonces una activa vida, sus salones funcionan como galería y en sus espacios bulle una animada vida cultural.

su vez dos restaurantes (Los Doce Apóstoles y La Divina Pastora) y un bar se albergan en sus antiguas baterías con extraordinarios panoramas del litoral habanero.
El faro del Morro es contemplado con orgullo cada noche por los habaneros desde su emblemático malecón.

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