Balcones en La Habana
LA HABANA, 28 ene. Una de las estructuras arquitectónicas más interesantes en La Habana son sus balcones. Prácticamente, todos los edificios que poseen más de una planta contienen esas plataformas hacia el exterior, que refrescan los inmuebles y proporcionan una comunicación informal con el entorno de la ciudad.
El balcón es una pieza urbana, de diseño plural, que define la personalidad de los inmuebles. Su origen, según algunas fuentes históricas, se remonta a la antigua Mesopotamia, hacia el 2 000 a.C.
Su uso entonces no era para que los vecinos de los altos dispusieran de un mirador, sino para que los transeúntes de las estrechas calles de la vieja urbe recibieran el beneficio de la sombra que proyectaban.
La arquitectura colonial cubana, y la habanera en particular, es heredera de la arquitectura hispana, influida profundamente por la transculturación musulmana, donde la vida se centraba en el interior de la vivienda y la vista hacia el exterior era a través de la trama de celosías de las ventanas.
La llegada del Renacimiento abre la vivienda y el balcón adquiere preeminencia y se convierte en una pieza arquitectónica de diseño complejo y artísticamente elaborado, donde la madera es el material que prevalece.
El siglo XIX será el del balcón en la arquitectura vernácula, que ya formará parte ineludible de toda edificación de crecimiento vertical, en comunión con las columnas.
La imagen urbana de la capital cubana dialoga con los balcones, en sus diferentes estilos, que conforman la diversidad de su eclecticismo y donde otro elemento adosado al balconaje cobra importancia: el “guardavecino”.
Estas piezas, como su nombre lo indica, ponen límite al espacio entre convivientes, en edificios con balcones corridos o muy próximos unos a otros. Muchas de estas piezas de hierro forjado son verdaderas obras de arte, de exquisita manufactura.
Fuente Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.Fotos: Rolando Pujol
